miércoles, 20 de marzo de 2013

Un elefante ocupa mucho espacio Elsa Bornemann




Que un elefante ocupa mucho espacio lo sabemos todos. Pero que Víctor, un elefante de circo, se decidió una vez a pensar "en elefante", esto es, a tener una idea tan enorme como su cuerpo... ah... eso algunos no lo saben, y por eso se los cuento:
Verano. Los domadores dormían en sus carromatos, alineados a un costado de la gran carpa. Los animales velaban desconcertados. No era para menos: cinco minutos antes el loro había volado de jaula en jaula comunicándoles la inquietante noticia. El elefante había declarado huelga general y proponía que ninguno actuara en la función del día siguiente.
-¿Te has vuelto loco, Víctor?- le preguntó el león, asomando el hocico por entre los barrotes de su jaula. -¿Cómo te atreves a ordenar algo semejante sin haberme consultado? ¡El rey de los animales soy yo!
La risita del elefante se desparramó como papel picado en la oscuridad de la noche:
-Ja. El rey de los animales es el hombre, compañero. Y sobre todo aquí, tan lejos de nuestras selvas...
- ¿De qué te quejas, Víctor? -interrumpió un osito, gritando desde su encierro. ¿No son acaso los hombres los que nos dan techo y comida?
- Tú has nacido bajo la lona del circo... -le contestó Víctor dulcemente. La esposa del criador te crió con mamadera... Solamente conoces el país de los hombres y no puedes entender, aún, la alegría de la libertad...
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viernes, 1 de marzo de 2013

Un cuento para los más chicos


 El río del olvido de Paula Bombara

Nahuel, triste porque Eleodoro no aparecía, fue a visitar a su abuela. Fue para contarle cuánto extrañaba a su elefante amarillo; sentía, bien adentro de sí, que ella tendría mucho para decir al respecto. La abuela lo escuchó en silencio y, luego, lo miró por
encima de sus anteojos. Cuando lo miraba así, Nahuel se acordaba de que su abuela había sido maestra.
Se miraron un ratito, ojo a ojo, y se formó un puente secreto entre ellos, un puente en donde se podía hablar de cualquier cosa.


Memoria en palabras

Penélope de Margarita Eggers Lan



Una vez, nos tuvimos que ir a vivir a México, que es un país donde hace mucho calor y la gente usa sombreros grandes. Fue cuando vino el gobierno militar, y a mi papá le quitaron su trabajo y su máquina de escribir. Parece que a esos señores no les gustaba la gente que pensaba demasiado, o por lo menos, la gente que no pensaba como ellos.
Antes de irnos, papá y mamá envolvieron los libros en cajas y las cajas en bolsas. Por la noche, hicieron un pozo bien hondo en el terreno de atrás.
Lo taparon, le sembraron flores arriba, y quedó bastante disimulado. A nuestra casa se mudó el hijo del panadero que recién se casaba, y prometió cuidar la huerta y nuestros animales.

En el país del no me acuerdo

Animación sobre la recuperación por "Abuelas de Plaza de Mayo" de nietos secuestrados durante la última dictadura argentina